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... mientras que el verdadero amante amaba sin esperar nada fuera del amor,
aceptando ciegamente que el día se volviera más azul y la noche más dulce
y el tranvía menos incómodo.



amar sin esperar nada fuera del amor

esperando quizás que nos amen así:
sin esperar nada fuera del amor...

y acepto ciegamente que el día se vuelva mas azul,
incluso que a veces se tiña de gris;
o que el rojo encienda mi piel;
o que el rosa me haga tararear canciones en francés...

acepto que la noche se vuelva mas dulce;
que la madrugada amanezca;
que las mañanas despierten desiertas;
que las tardes (a veces) se conviertan que mares
de tibias olas,
de orillas donde refugiarse
antes de volver al vacío
del pasillo que grita soledades...

y acepto que el tranvía sea menos incómodo,
que el autobus sea una promesa incierta,
que el sofá se convierta en paraiso,
que los programas de la tele tengan mas gracia;
que el teléfono se convierta en buzón de cartas de amor;
de tiernos telegramas de seis palabras mágicas...

y que todo cambie de color
sin esperar nada fuera del amor...