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"no es otra cosa que la remota, aislada, insistente voz con que ciertas líneas del budismo, del vedanta, del sufismo, de la mística occidental, nos instan a renunciar de una vez por todas a la mortalidad."




renunciar de una vez por todas a la mortalidad,
como si así la mortalidad fuese a renunciar a nosotros,
que consciente o inconscientemente
renunciaríamos a la mortalidad
a cambio de una inmortalidad incierta
que a los pocos siglos se convertiría en una maldición tal
que suplicaríamos a la muerte que nos viniera a buscar.
porque pese a todos los miedos
y las incertidumbres convertidas en pesadillas
ya desde la primera vez que comprendimos
que también nosotros moriríamos,
necesitamos saber que habrá un final,
que la mortalidad, por mucho que renunciemos a ella,
no nos renunciará,
siendo así, quizás,
lo único que jamás
pase lo que pase,
renunciará a nosotros.