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¿Cómo era posible que la compañía diurna desembocara inevitablemente en ese divorcio, esa soledad inadmisible del soñante?
 
 
 
esa soledad inadmisible del soñante
que a veces sentimos despiertos
casi sin darnos cuenta.
esa soledad que casi nos golpea,
esa certeza de soledad casi absoluta
apenas interrumpida por atisbos de abrazos
que nos hacen dudar de la verdad,
de esa soledad casi inapelable,
pero que sabemos tan cierta
como el dosydossoncuatro,
o como que hay angustias que jamás seremos capaces
de deletrearle a nadie
porque parten de ese lugar oscuro del alma
que ni nosotros mismos queremos mirar
y que sólo en esa soledad atroz
que persigue a las noches sin sueños
somos capaces de admitir frente al espejo.
 
 
No tenía ninguna fe en que ocurriera lo que deseaba,
y sabía que sin fe no ocurriría.
Sabía que sin fe no ocurre nada de lo que debería ocurrir, y con fe casi siempre tampoco.