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Sobre todo en esos días en que habían descubierto, andando por las orillas, que la clocharde estaba enamorada, la simpatía y el deseo de que todo terminara bien era para la Maga algo así como el arco de los puentes, que siempre la emocionaban


Algo así como el arco de los puentes,
o ese silencio que tienen algunas madrugadas.
Como los reflejos de las farolas en los charcos,
o el sonido familiar de alguien en la cocina preparando algo.
Como la luz que se cuela por la persiana mal cerrada,
o el olor a café recién hecho y a pan tostado.
Como los libros ordenados en las estanterías de las librerías,
o las mañanas de los domingos sin despertadores ni tiempos.
Algo así como el deseo de que todo termine bien.



Oliveira se apoderó de la mano de la Maga y le contó atentamente los dedos. Después colocó la piedra sobre la palma, fue doblando los dedos uno a uno, y encima de todo puso un beso. La Maga vio que había cerrado los ojos y parecía como ausente. «Comediante», pensó enternecida.