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"Puso la ficha en la ranura, marcó lentamente el número."
 


Marcar lentamente números
que guardó la memoria
a fuerza de marcarlos en cabinas telefónicas.
Marcar y a veces esperar
que alguien marqué esos números que nos componen
y decir:

"Vos disponés de seis minutos
para contarme todos los sueños que te dé la gana."
 
Todos los sueños que te dé la gana
y las preciosas mentiras
que decidimos creernos;
y los cuentos para dormir sin sueños
que nos contamos mutuamente
en esos silencios densos cuando los seis minutos se acaban
y el vacío de lo que no queremos saber
acecha debajo de la cama.
 
"Pero lo malo no es el sueño.
Lo malo es que eso que llaman despertarse...
¿A vos no te parece que en realidad
es ahora que yo estoy soñando?"
 
Que en realidad la realidad a veces se nos convierte en pesadilla
de la que sólo podemos despertar
volviendo a dormirnos
para soñar lo que en realidad queremos
aunque de antemano sepamos que nunca lo tendremos?

"¿A vos no te pasa
que te despertás a veces
con la exacta conciencia de que en ese momento
empieza una increíble equivocación?"
 
Una increíble equivocación
a la que no sabemos poner freno
porque para intentar solucionarla
tendríamos que poner en palabras
esa cara oculta de nuestra alma
que no somos capaces de mirar?
 

 
"Lo triste es que para vos eso es una broma,
y en realidad no es una broma.
La verdad es que no quiero entender nada,
si por entender hay que aceptar
eso que llamábamos la equivocación."