76






Lo de Pola fueron las manos, como siempre.

 

Y me asalta un recuerdo lejano
casi a deshoras-
un recuerdo del recuerdo del principio
(o quizás debería hablar del después)
de cuando se acabó el principio
y empezó esto
que después de tanto tiempo sigo sin saber deletrear.
Y me asalta un recuerdo
que tiene que ver con tus manos y con mis manos;
con ese rozar(me) la parte interior de las muñecas
(y todo lo que esa parte interior significa sin que tú lo sepas)
con los dedos
mientras se nos entrecortaba el aliento.
Y me asalta un recuerdo
el recuerdo de cuando me di cuenta 
de que podría convertirme en Pola
(después supo que se llamaba Pola)
y no encontré demasiado absurda la posibilidad...
Aquel intuir desde el principio
lo que podía pasar
y decidir dejar(me) llevar.


oír el fragor de la luna
apoyando contra su oreja
la palma de una pequeña mano
un poco húmeda por el amor o por una taza de té.